La fecundación in vitro (FIV) es el tratamiento de reproducción asistida mediante el cual el óvulo es fecundado por el espermatozoide en el laboratorio. El proceso consta de cuatro pasos fundamentales que vamos a repasar a lo largo de este artículo: estimulación ovárica, punción ovárica, fecundación en el laboratorio y transferencia de los embriones al útero.
Estimulación ovárica
Durante esta primera fase, se administra medicación hormonal mediante inyecciones subcutáneas a la paciente. El objetivo es lograr que todos los óvulos que inician el crecimiento en ese ciclo, logren el estado de maduración final y no solo uno de ellos como ocurre de forma natural.
El tratamiento se inicia durante los primeros días de regla y dura entre 8 y 11 días. Durante este tiempo se controla el crecimiento de folículos con exámenes ecográficos para saber aproximadamente cuándo los óvulos están maduros y, por tanto, cuándo la ovulación está cerca de producirse. En la mayoría de los casos no serán necesarios más de tres controles ecográficos.
Cuando los folículos alcanzan un tamaño adecuado, se provoca la ovulación y se programa la punción ovárica 36 horas después.
Punción ovárica
La obtención de los óvulos o la punción ovárica se realiza mediante una intervención quirúrgica sencilla. La paciente debe ingresar en la clínica el mismo día, acompañada y en ayunas. Mediante una ecografía vaginal, se realiza una punción de los ovarios que permite extraer el líquido que contienen los folículos y que será analizado en el laboratorio para encontrar los óvulos. Esta intervención dura entre 10-15 minutos y se realiza bajo anestesia.
Tras la intervención, la paciente permanece un par de horas en reposo recuperándose de los efectos de la anestesia y pasado este tiempo y tras comprobar que todo está bien, puede regresar a casa. Aunque no es obligatorio, lo mejor es mantener reposo el resto del día y evitar sobreesfuerzos durante las siguientes 24 horas a manera de prevención, además de vigilar cualquier situación anormal.
Fecundación in vitro
En el laboratorio, se analiza el líquido folicular aspirado en busca de los óvulos para llevar a cabo la inseminación. Unas 4 o 5 horas después se inyecta el espermatozoide en cada óvulo y se dejan en cultivo en un incubador que mantiene las condiciones óptimas para que se desarrollen. Para realizar la fecundación in vitro se puede utilizar la muestra de semen de la pareja o el semen de un donante.
Tras 18 o 21 horas, se comprueba si los óvulos están perfectamente fecundados. Los embriones se mantienen en cultivo hasta que alcancen el estadio de blastocisto, es decir, un embrión de 5 días de desarrollo.
Transferencia de los embriones
El siguiente paso es transferir los embriones mediante un procedimiento sencillo que no requiere anestesia ni ingreso. Es totalmente indolora y de corta duración. El ginecólogo introduce un catéter a través del cuello uterino y se depositan los embriones en el interior del útero. El proceso se realiza mediante un seguimiento ecográfico para asegurarse de que los embriones son depositados en el lugar correcto. Normalmente se transfieren entre 1-2 embriones aunque la tendencia actual es la de transferir un único embrión para reducir los riesgos de embarazo múltiple. Si tras la transferencia embrionaria quedan embriones de buena calidad, éstos serán congelados.
Después de la transferencia, la paciente puede regresar a su domicilio y realizar vida normal. Doce días después de la transferencia se podrá realizar la primera prueba de embarazo para confirmar si está embarazada. El período transcurrido entre la transferencia embrionaria y la esperada fecha del test de embarazo es lo que se conoce como betaespera.