¿Cuál era tu situación personal antes de recurrir a un tratamiento de reproducción asistida?
Nunca tuve ganas de ser madre antes de los 36-37 años. Simplemente sentía que no era el momento. Pensaba que antes debía hacer muchas cosas. Hacia los 38 años empecé a sentir el deseo de ser madre y en muy poco tiempo se convirtió en el objetivo más importante de mi vida.
Con mi última pareja, intentamos tener un hijo de manera natural, pero al cabo de unos 8 meses todavía no había resultados así que empecé a plantearme hacer un tratamiento. Mi pareja era más joven y era partidaria de esperar y seguir probando naturalmente, pero yo ya tenía 39 años y sabía que el tiempo jugaba en nuestra contra. A raíz de ahí, las discusiones y desavenencias con mi pareja se fueron sucediendo hasta acabar con la relación.
¿Qué se sentías al saber que el embarazo no llegaba?
Frustración. ¡Mucha! Y rabia, tristeza, desesperanza, envidia, dolor... Un dolor interno muy amargo que se intensificaba cada vez que me cruzaba con una embarazada o que me enteraba de un nuevo embarazo. A lo largo de los 7 tratamientos por los que pasé, esa rabia y tristeza se fueron intensificando.
¿Qué aspectos de tu vida se veían afectados por esto?
Todos: mi trabajo, mi familia, mis relaciones de pareja. Yo, para más inri, trabajaba en una clínica de reproducción asistida como coordinadora de atención al paciente y estaba en continuo contacto con mujeres que se querían quedar embarazadas las 8 horas del día. Podía ponerme a llorar al teléfono cuando una paciente no se quedaba embarazada tras varios intentos ya que sabía de primera mano todo el sufrimiento que había ahí detrás.
Por otra parte, la idea de tener un hijo en pareja se iba desvaneciendo ya que sentía que "no me quedaba tiempo" para conocer a alguien nuevo y emprender ese proyecto juntos.
¿Cómo eran tus circunstancias personales en ese momento?
Cuando se acabó la relación con mi última pareja, mi sueño de ser madre en pareja se vino al traste. Nunca quise ser madre sola pero no tenía “tiempo fértil” para conocer a una nueva pareja y emprender ese proyecto tan importante juntos. Estaba a punto de cumplir los 39 y no había tiempo que perder. Es entonces cuando decidí que perseguiría mi sueño de ser madre, aunque fuera en solitario.
¿Cuál fue tu diagnóstico y cómo lo recibiste?
Mis indicadores de reserva ovárica no eran del todo malos y mi edad era avanzada pero tampoco límite así que los médicos de la clínica donde trabajaba me propusieron intentar con una FIV con mis propios óvulos y semen de donante
Realicé 4 FIV con semen de donante y sus respectivos transfers (6 en total). Todos fallidos. ¡Después cambié de clínica a Barcelona IVF y allí hice el tratamiento de embriodón, que fue el que culminó con éxito a la primera!
Cuando te propusieron el tratamiento de reproducción asistida, ¿Qué sensaciones tuviste? ¿Cómo fue finalmente el tratamiento?
Conocía la existencia del tratamiento con óvulos de donante, pero la sola idea de tener que recurrir algún día a esa opción si todo lo demás fallaba me parecía terrible. Son de esas cosas que piensas que nunca te van a pasar a ti, que les pasa a las otras. Nunca pensé que recurriría a los óvulos de una donante para tener un hijo.
Me sentí triste y desorientada... Obligada a escoger entre lo que me parecía malo (no tener hijos con mis propios óvulos) y lo peor: no tener hijos nunca. Mi tristeza provocó que acabara cogiendo una baja laboral. Fueron 3 meses en los que reflexioné muchísimo y poco a poco fui madurando la idea del tratamiento con óvulos de donante. Poco a poco empecé a ver la ovodonación como una oportunidad única que me brindaba la ciencia.
¿Cuál fue tu mayor apoyo durante el proceso?
Siempre tuve apoyo de mi familia y de mi madre, sobre todo. Al contrario que yo, ella siempre vio desde el principio una gran oportunidad en el hecho de que pudiera recurrir a una donante. Me decía: ¿Qué más da que tenga o no nuestros genes? ¿Crees que lo vamos a querer menos por eso? ¿Crees que lo vas a querer menos? A parte de mi madre y mis amigos, la posibilidad de hablar con una psicóloga me ayudó mucho a poner orden en mis prioridades.
¿Qué sentiste cuando viste que el tratamiento había funcionado?
¡No podía creérmelo! Fue maravilloso. ¡Me quedé parada mirando el test de embarazo y hubo una mezcla de sensaciones brutal! Lo primero que sentí no fue alegría sino más bien un sentimiento de alivio, de paz indescriptible… ¡Me sentí aliviada de todo! ¡Por fin podía descansar! Descansar de una lucha agotadora física y sobre todo psicológica. Por fin se había acabado la rabia, la impotencia, la envidia, la pena, la desesperanza... Porque mi sueño (mi hijo) estaba en camino.
¿Querrías mandarle un mensaje a otras mujeres o parejas que estén planteándose la reproducción asistida?
Después de mi larga experiencia siento que querría transmitirles varios mensajes, pero creo que me quedo con uno por encima de todos: si deseas ser madre, no renuncies a tu sueño por no tener pareja. La maternidad en pareja seguro que es maravillosa pero la maternidad en solitario no es sólo una opción B: ¡es la experiencia de amor más abrumadora que vas a vivir en la vida y de la que NUNCA NUNCA te vas a arrepentir!
¿Cómo ha sido tu experiencia con la clínica y el equipo de Barcelona IVF?
Tras los 6 transfers fallidos en la clínica donde trabajaba, mi moral estaba por los suelos y decidí cambiar de clínica y acudir a Barcelona IVF. Al trabajar en la profesión, me habían llegado muy buenas referencias sobre la clínica. Sabía que contaban con un gran equipo de médicos y biólogos y sobretodo que el laboratorio era muy bueno y daba unas tasas de éxito muy alentadoras.
Lo que me acabó de convencer fue saber que allí trabajaba la Dra. Colodrón con la que había coincidido en el pasado. Sabía que era una gran profesional y que sus cuotas de éxito en los tratamientos eran muy elevadas.
Al no tener yo una pareja para aportar el semen, la Dra. Colodrón me propuso el embriodón (transfer con embriones ya creados provenientes de óvulo de donante y semen de donante) y me pareció la mejor opción en mis circunstancias. Los embriones que ofrecen son todos congelados a día 5 y eso me dio todavía más confianza en mis posibilidades de éxito. ¡La preparación fue sencilla y rápida y el tratamiento funcionó a la primera!