Los avances en biología molecular y genética han demostrado que las características físicas y biológicas de las personas no solo están determinadas por la información genética, sino que también dependen de cómo se expresa esta información. Los genes pueden activarse o silenciarse por mecanismos de regulación epigenética que pueden ser modulados por el entorno y son especialmente relevantes durante el desarrollo embrionario.
En el contexto de la fertilidad, la epigenética tiene un papel fundamental, dado que el estilo de vida tanto de la madre como del padre pueden modificar los mecanismos epigenéticos. Factores como la alimentación, el ejercicio, el estrés o la exposición a tóxicos pueden influir en la calidad de los gametos, la implantación y viabilidad del embrión, su desarrollo e incluso la predisposición a enfermedades.
¿Cuáles son los mecanismos principales de la epigenética?
La expresión de los genes está modulada por mecanismos epigenéticos, entre los que destacan la metilación del ADN, la modificación de histonas y los ARN no codificantes, que regulan cómo, cuándo y con qué intensidad se expresan los genes:
- La metilación del ADN es el mecanismo que más influye en cómo se expresan los genes. Es un proceso químico que consiste en la adición de grupos metilo en ciertas regiones del ADN que suele producir la inactivación de un gen, que en condiciones normales se expresaría.
- Las histonas son unas proteínas que intervienen en empaquetamiento del ADN para formar fibras de cromatina. La modificación de histonas consiste en cambios químicos que alteran la estructura de la cromatina lo que activa o silencia regiones enteras de cromosoma.
- Los ARN no codificantes, como los microARN, no generan proteínas pero interactúan con la cromatina o interfieren en la traducción del ARN mensajero alterando la regulación de la expresión génica.
Estos mecanismos intervienen desde la gametogénesis y la fecundación hasta el desarrollo embrionario, y pueden ser modulados por factores externos como la alimentación y los hábitos de vida.
Estilo de vida y epigenética
Diversos estudios han demostrado que los factores ambientales y el estilo de vida de la madre, tanto antes como durante el embarazo, pueden influir en el desarrollo embrionario y la salud del hijo incluso en la edad adulta.
Alimentación
Una alimentación adecuada aporta los cofactores y donadores de grupo metilo necesarios para mantener los patrones de metilación del ADN. Algunos nutrientes como el ácido fólico, la vitamina B12, los fenoles, el zinc o la vitamina B6, entre otros, juegan un papel fundamental en la capacidad de metilación del ADN y son necesarios para el correcto desarrollo embrionario.
Una alimentación inadecuada, así como la obesidad o la diabetes materna, pueden aumentar el riesgo de desarrollar síndromes metabólicos y enfermedades cardiovasculares, mientras que una alimentación saludable durante el embarazo y la lactancia puede ayudar a prevenir su aparición.
Asimismo, la dieta de la madre puede influir en los niveles de ácidos grasos omega-3 en su leche. Las concentraciones bajas de estos ácidos grasos en la leche materna pueden afectar el correcto neurodesarrollo del hijo, mientras que los niveles altos promueven el desarrollo de la agudeza visual y las funciones cognitivas.
Estrés y regulación hormonal
El estrés crónico aumenta la liberación de cortisol y otras hormonas del estrés. A nivel epigenético el cortisol puede modificar la expresión génica del embrión principalmente en genes relacionados con la inmunidad y el neurodesarrollo.
Se ha visto que el estrés emocional crónico de la madre puede dejar marcas epigenéticas persistentes en el bebé, aumentando su susceptibilidad de desarrollar trastornos metabólicos, ansiedad, estrés o depresión en etapas posteriores de la vida. Potenciar una correcta salud mental aporta bienestar emocional, pero además puede ayudar al desarrollo embrionario.
Ejercicio físico
El ejercicio físico aporta beneficios sobre la salud física y mental, pero además tiene efectos positivos sobre la fertilidad y se ha visto que puede alterar la epigenética y el desarrollo del bebé.
Realizar actividad física moderada se ha visto que reduce el riesgo de macrosomía fetal (nacer con un peso muy superior al promedio) y minimiza los efectos de la diabetes gestacional, además de modular patrones de metilación del ADN en genes relacionados con el metabolismo y el desarrollo cardiovascular. Como resultado, el ejercicio físico regular durante el embarazo puede mejorar el metabolismo del bebé, reducir el riesgo de obesidad infantil y enfermedades metabólicas, además de favorecer un sistema cardiovascular saludable y el desarrollo neurológico.
Alcohol, tabaco y sustancias tóxicas
El consumo de alcohol y tabaco durante el embarazo, así como la exposición a sustancias tóxicas, se ha asociado con alteraciones epigenéticas con efectos negativos sobre la fertilidad y el desarrollo embrionario. La nicotina y los hidrocarburos presentes en el tabaco inducen la hipermetilación de genes clave en las primeras fases del desarrollo embrionario, mientras que el alcohol interfiere en la metilación causando errores epigenéticos que afectan la calidad de los gametos.
Asimismo, la exposición a disruptores endocrinos como bisfenoles o ftalatos puede alterar la metilación de genes implicados en la ovulación e implantación del embrión, aumentando el riesgo de infertilidad.
Evitar la exposición y consumo de estas sustancias ayuda a proteger la salud reproductiva y reduce el riesgo de enfermedades a largo plazo.
Hábitos de vida saludables para una buena salud de tu hijo
Adoptar un estilo de vida saludable no solo mejora la fertilidad, sino que también puede inducir modificaciones epigenéticas favorables para el desarrollo embrionario y reducir el riesgo de enfermedades en la edad adulta.
Cuidar la alimentación, el bienestar emocional y evitar los tóxicos es una inversión temprana en la salud futura del hijo.