A menudo a muchas de las parejas que recurren a la ovodonación para tener hijos, no les resulta sencillo aceptar que su hijo o hija no vaya a tener su legado genético. Sin embargo, es importante aclarar que aunque el bebé no lleve el ADN de la madre, no significa que no vayan a existir similitudes en las que la podrá verse reflejada. Aquí es donde entra a formar parte fundamental lo que conocemos como epigenética.
¿Qué es la epigenética?
La epigenética es la comunicación que existe entre el embrión y la madre gestante antes de que se produzca la implantación de este. Esta comunicación es la que provoca modificaciones en el genoma humano del futuro bebé.
En 2015, se publicó el primer estudio científico en la revista “Development”, en dónde se demuestra que existe esta comunicación entre el embrión y la futura madre antes de su implantación.
Además, a través de la teoría epigenética también se ha corroborado que hay un intercambio entre el embrión y el endometrio, algo que se sospechaba debido a la similitud en los rasgos físicos entre madres e hijos, y a la posible aparición de las mismas enfermedades que ha padecido la madre durante la gestación, tales como la obesidad o la diabetes tipo 2.
Por lo tanto, la epigenética de la ovodonación nos aporta la explicación acerca de por qué muchos bebés nacidos gracias a la ovodonación se parecen a sus madres.
Relación entre la madre gestante y el embrión
Durante el proceso inicial del tratamiento, la madre gestante segrega pequeñas moléculas de ácido ribonucleico (ARN) al líquido endometrial, junto con otros lípidos y proteínas necesarios para la correcta nutrición y desarrollo del embrión. Será en el momento preimplantacional, cuando el embrión adquiera las moléculas que se unirán a cada una de las partes de su ácido ribonucleico (ARN) mensajero. Esto producirá un cambio en la transcripción genética del feto.
A raíz de este proceso, el bebé portará dentro de su código genético información de la madre gestante, además de la información genética de la mujer donante del óvulo y del hombre portador del espermatozoide. Por lo tanto, podemos definir el vínculo que se produce no solo a nivel afectivo, sino también a nivel celular.
Por último, es importante destacar que son muchos los factores que afectan al funcionamiento y desarrollo de los genes, tales como la alimentación, el estrés o la contaminación. De manera que podemos deducir que el ambiente también afecta en el desarrollo y la información epigenética.
Como conclusión, y en base a nuestra experiencia realizando este tipo de tratamientos de reproducción, podemos decir que son incontables los casos de pacientes en las que los rasgos de la madre se aprecian en sus hijos o hijas, a pesar de haber recurrido a la ovodonación.