Iniciar un tratamiento de reproducción asistida no es una decisión cualquiera. Detrás hay el deseo de ser padres, pero también seguramente frustraciones acumuladas por no haberlo conseguido de manera natural.
Los altibajos
A lo largo del tratamiento podemos experimentar un sinfín de emociones. Ante la primera visita surgen las dudas, es normal preguntarse si sabrán responderlas y si nos podrán ayudar. Más adelante, el optimismo durante la fase de estimulación hormonal se puede convertir en ansiedad ante una cita médica importante. En esos momentos, podemos sentirnos cansados físicamente pero también más cercanos a nuestra pareja. La ansiedad y el estrés se incrementan durante las dos semanas esperando el resultado de la prueba de embarazo. Si no es el esperado, es normal sentirse extremadamente tristes y abatidos.
Los profesionales
Se ha comprobado en diferentes estudios que la carga emocional es una de las principales razones para interrumpir los tratamientos de reproducción asistida. Para poder gestionar todas estas emociones, el deseo ardiente de ser papás, la esperanza, pero también las frustraciones, es indispensable la colaboración de los profesionales. En la mayoría de las clínicas existe un equipo de psicología preparado para acompañarnos y darnos apoyo en los momentos más duros. Este acompañamiento es indispensable y debe adaptarse a las necesidades de cada paciente y a cada momento del tratamiento. Mientras las mujeres prefieren recibir apoyo de psicólogos o grupos de ayuda, los hombres confían en los profesionales médicos.
La comunicación
Diferentes estudios indican que hombres y mujeres viven la infertilidad de manera diferente. Mientras que las mujeres experimentan mayores niveles de depresión y estrés antes del tratamiento, los hombres, aunque más estoicos para apoyar a sus parejas, tienden a sentirse más aislados durante el tratamiento. Para evitar que la infertilidad suponga un reto para la pareja, la comunicación entre ambos debe ser primordial para afrontar el estrés y los altibajos que aparecerán por el camino. Aunque no sea fácil, una relación y comunicación sinceras ayuda a los dos a verse partícipes del proyecto, a compartir los miedos, a recuperar la intimidad de la pareja y a veces, necesariamente, a desconectar del estrés que el tratamiento pueda ocasionar.
Llegar a ser papás a veces no es un viaje fácil, puede ser una montaña rusa de emociones. Nunca hay que tener miedo a buscar a profesionales que nos acompañen en este viaje.