Respondemos a las dudas y miedos más comunes a la hora de realizar una
donación de ovocitos.
Mi hij@ no se parecerá a mí
Lo cierto es que no hay forma de garantizar a quién se parecerá un hijo, ni cuando se conciben de forma natural en una pareja. Cuando se elige una donante se busca un
similitud física entre ella y su receptora, pero no hay que olvidar que no se sabe qué mecanismos regulan cómo se expresan determinados genes.
Por eso aunque la donante se parezca mucho a la receptora pueden expresarse genes del marido o de un familiar de la donante que no se parezca a ella, pero en la misma medida que si esa pareja tuviera un hijo propio.
Mi hij@ no tendrá mi genética
Aunque es cierto, ya que la criatura heredará los cromosomas de la donante, hoy en día hay evidencia de que durante el embarazo se producen
intercambios de material genético entre madre e hijo, y de que el ambiente en el que tiene lugar el embarazo puede modificar como se expresan determinados genes (fenómeno conocido como epigenética).
Por eso tenemos la convicción de que cuando transferimos un embrión a una paciente el niñ@ que nazca será diferente del que hubiéramos tenido si lo hubiéramos transferido a otra mujer.
No sentiré que es mi hij@
El embarazo es un periodo en el que se establecen
vínculos importantísimos entra la madre y el hijo. Todas las pacientes tienen dudas antes de empezar un tratamiento, pero en cuanto empiezan a notar esa vida que crece dentro los miedos se desvanecen y las dudas desaparecen.
Al final hay que entender, y aceptar, que ser padre es más que dar 23 cromosomas y que, muchas veces,
lo más difícil empieza después del parto. Por eso ser hij@ es mucho más que llevar los cromosomas de sus padres.
¿Qué pasará si mi donante es mala persona?
Aunque el perfil de la donante de óvulos es el de una chica honesta, generosa y responsable, siempre existe el miedo de que esa persona pueda estar mintiendo. Lo cierto es que las características de la personalidad
no se heredan, sino que se moldean de acuerdo con la experiencia vital de la criatura. En este sentido el que la criatura sea una persona cariñosa, respetuosa o amable es responsabilidad de la educación que se le dé, no de como sea la donante.