La implantación embrionaria sigue siendo un fenómeno mayoritariamente desconocido porque es muy difícil realizar estudios in vivo. En la actualidad está adquiriendo cada vez más importancia por las nuevas pruebas diagnósticas que están apareciendo. Aún así no hay que olvidar que en la ecuación del éxito, el factor que sigue teniendo más relevancia es la calidad del embrión, por lo que los estudios de la implantación sólo tienen sentido cuando una paciente no ha conseguido embarazo después de 3 ciclos de fecundación in vitro (FIV) con sus óvulos, o tras 2 ciclos de donación de óvulos, siempre que:
• Se hayan transferido embriones de buena calidad
• No hayan habido problemas técnicos durante las transferencias embrionarias
• No haya problemas evidentes en el útero
Clásicamente se han considerado que los fallos de implantación podrían deberse a causas embrionarias (bien porque los embriones sean portadores de anomalías genéticas, bien porque presentan alteraciones de la zona pelúcida) o uterinas (infecciones crónicas asintomáticas del endometrio o anomalías anatómicas de la cavidad uterina).
Existían un grupo de causas más controvertidas que gracias a las nuevas pruebas disponibles cada vez van cogiendo más relevancia y que podemos clasificar de la siguiente manera:
• Pacientes con alteraciones en la receptividad endometrial por anomalías de la ventana de implantación. Durante esta ventana el endometrio, gracias a la progesterona, permite que un embrión se implante. Su duración es tan solo de 2-6 días. Se han evidenciado casos en los que las pautas habituales de progesterona no son suficientes para abrir esta ventana, produciéndose una falta de sincronización que hace que cuando el embrión se quiere implantar el endometrio no lo deje. Hoy en día se puede estudiar esta receptividad mediante la toma de una biopsia de endometrio y adecuar la duración del tratamiento administrando más días de progesterona cuando es necesario.
• Pacientes con trombofilias. Se ha demostrado una mayor prevalencia de trombofilias en casos de fallos de implantación sin causa conocida. Hasta hace poco, y desde mediados de los años 90, los estudios se limitaban a las mutaciones del factor II y del factor V de Leyden, así como a los déficits de las proteínas S y C. Con las pruebas clásicas se detectaban un 20% de los portadores. En la actualidad existen nuevas pruebas genéticas que se realizan en saliva que permite detectan alteraciones que se saben aumentan considerablemente el riesgo de trombosis y que se relacionan con abortos de repetición y/o fallos de implantación. Estas nuevas determinaciones permiten diagnosticar hasta un 85% de estos portadores, lo que nos permite aplicar tratamientos adecuados y muy efectivos con heparina en muchos más casos. Entre los nuevos estudios se encuentran nuevas mutaciones del factor V (Cambridge y Hong Kong), polimorfismos del factro XII y XIII (que se ha revelado como un factor importante en el mantenimiento del embarazo) o la presencia del grupo sanguíneo A1.
• Pacientes con problemas autoinmunes. Aunque sigue siendo un tema controvertido cada vez hay más evidencia de que en ciertos pacientes no se produce el fenómeno conocido como “tolerancia inmunológica” que permite a una mujer portar un hijo durante 9 meses en su interior sin que el cuerpo lo ataque al considerarlo un cuerpo extraño. Aunque varios grupos realizan estudios en análisis de sangre estudiando diferentes factores que pueden alterar la implantación o el desarrollo precoz del embrión, parece que las células que se detectan en sangre no son de la misma familia de las que se encuentran en el endometrio, cuando éstas son las que realmente intervienen en el proceso de implantación. Por eso BarcelonaIVF realiza estudios inmunológicos en biopsias de endometrio, lo que permite identificar lo que realmente pasa donde se ha de implantar el embrión. Cuando se diagnostican estas alteraciones se pueden instaurar tratamientos inmunosupresores con corticoides para restituir la normalidad.