Hay tres factores muy importantes que debe de tener en cuenta una mujer para determinar la posibilidad de tener un hijo. A continuación te contamos de manera pormenorizada cuáles son:
Edad
Este es el factor más importante para determinar si una paciente tiene buenas posibilidades de concebir usando sus propios
óvulos, ya que cuanto mas joven sea una paciente mejor calidad tendrán sus óvulos. De hecho es el único parámetro que se correlaciona directamente con la posibilidad de tener un hijo.
Las
tasas de embarazo espontáneo se mantienen estables hasta los 35 años descendiendo progresivamente. Aunque no se puede establecer una edad de forma absoluta a partir de la cual usar los propios óvulos no es recomendable, se puede considerar que cuando la edad supera los 43 la donación de óvulos es el tratamiento de elección si no se consigue una gestación espontánea.
Peso
El peso es importante por varias razones. Tener índices de masa corporal demasiado bajos o altos puede afectar a la ovulación dificultando la consecución del
embarazo. Existe suficiente evidencia de que pacientes con índices de masa corporal superiores a 30 pueden tener un riesgo de aborto más alto y unas tasas de éxito inferiores en los tratamientos de reproducción. Además en ocasiones este índice elevado puede ser la manifestación de un síndrome de ovario poliquístico.
Por otra parte es obvio que cuanto mejor sea la salud de la mujer cuando se embaraza menos complicaciones habrá durante la gestación aumentando la tasa de nacido vivo sano, por lo que habrá que intentar siempre que el índice de masa corporal sea lo más normal posible cuando una paciente quiera embarazarse.
Embarazos previos
En general se considera que una paciente que ya ha tenido
embarazos tiene unas posibilidades más altas de éxito. Sin embargo en aquellos casos en los que estos embarazos hayan acabado en abortos esto no es así.
Se sabe que cuantos más
abortos haya tenido una mujer mayores son las posibilidades de que un nuevo embarazo vuelva a serlo. En estos casos hay que profundizar en aspectos genéticos, hematológicos o inmunológicos para mejorar ese pronóstico.