¿Te has preguntado alguna vez si en la fecundación in vitro (FIV) se pueden seleccionar los embriones sanos? En efecto, es posible analizar el material genético del embrión para asegurarnos que obtenemos embriones libres de alteraciones cromosómicas y otras alteraciones genéticas. Esto es gracias a la biopsia embrionaria.
¿Qué es la biopsia embrionaria?
Es una técnica que se lleva a cabo en el tratamiento de la fecundación in vitro con el objetivo de obtener información genética de los embriones del laboratorio. Este procedimiento nos permite el estudio de alteraciones cromosómicas estructurales, aneuploidías y enfermedades monogénicas, lo que comúnmente llamamos diagnóstico genético preimplantacional (DGP).
¿Cómo se efectúa?
Una vez los embriones alcanzan el estadio de blastocisto en el cultivo embrionario (día 5-6 de su desarrollo), procedemos con la biopsia embrionaria. En esta técnica se utiliza un láser que realiza un orificio en la zona pelúcida del embrión a través del cual se obtienen las células del trofoectodermo (la capa de células que envuelve el blastocisto) para analizar.
Una vez tenemos las células del trofoectodermo, se analiza la genética del embrión biopsiado para detectar si existen anomalías cromosómicas, mutaciones genéticas, etc.
¿Existen riesgos para el embrión?
La biopsia embrionaria es un procedimiento invasivo y, en consecuencia, tiene algún riesgo asociado. Para poder llevar a cabo la biopsia del blastocisto, sacamos los embriones en cultivo alterando sus condiciones y esto puede afectar a su viabilidad. Sin embargo, los riesgos asociados son poco frecuentes y se considera una técnica segura.
¿Qué sucede después de la biopsia?
Posteriormente al DGP, los embriones se congelan mediante la vitrificación hasta obtener el resultado genético. Si los resultados son positivos, se organiza el ciclo para la transferencia de los embriones y continuamos con el tratamiento.
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