¿Cuándo se produce la implantación?
La implantación es el proceso por el cual el embrión se adhiere al endometrio de la madre para poder recibir oxígeno y nutrientes por vía sanguínea y así, poder continuar con su desarrollo. La implantación no se consigue en todos los ciclos, tanto en procesos naturales como en ciclos de reproducción asistida, ya que requiere de unas condiciones óptimas tanto del endometrio como del embrión.
El embrión debe llegar al útero en estadio de blastocisto eclosionado, es decir, debe contar con unas 200-400 células y haberse desprendido de la capa externa que lo rodea (la zona pelúcida). Por otro lado, el endometrio debe estar receptivo, tener un grosor entre 7 y 10 mm y tener un aspecto trilaminar. A este momento se le conoce como ventana de implantación, y tiene una duración aproximada de 4 días.
Durante la implantación el trofoectodermo del blastocisto se adhiere al epitelio endometrial gracias a la acción de las moléculas de adhesión (integrinas, selectinas, fibronectinas, etc.) y se desplaza hasta los vasos sanguíneos del endometrio para formar nuevos vasos que permitan conectarse con la sangre de la madre. La rotura de los pequeños vasos del endometrio es la causa de que se produzca el sangrado o manchado de implantación.
En un tratamiento de fecundación in vitro (FIV), el proceso es similar al proceso natural, con la diferencia de que el embrión se deposita en el útero en estadio de blastocisto (en estado eclosionado o no).
La implantación del embrión provoca un aumento de los niveles de gonadotropina coriónica humana (hCG), de estrógenos y de progesterona, que serán la principal causa de los primeros síntomas de embarazo: náuseas, cansancio, sensibilidad en los pechos, etc.