Del mismo modo que practicar deporte y cuidar la alimentación influyen de manera positiva en la fertilidad, otros hábitos como el tabaquismo, el consumo de bebidas alcohólicas o el estrés reducen las posibilidades de quedarse embarazada.
Las mujeres fumadoras tienen una menor probabilidad de concebir que las no fumadoras y, además, complica los tratamientos de reproducción asistida afectando al embarazo y a la salud del bebé.
El consumo de tabaco tiene efectos directos sobre el útero, ya que lo hace menos receptivo, por lo que las posibilidades de implantación del embrión disminuyen. También es nocivo para los ovarios, acelera la pérdida de óvulos y perjudica la función reproductiva, pudiendo adelantar entre uno y cuatro años la menopausia.